LA LOGOPEDIA Y SU IMPORTANCIA
La comunicación es el pilar fundamental del ser humano, ya que es el medio que posibilita la relación con las personas de nuestro entorno puesto que nos permite convivir dentro de un sistema social y cultural, y compartir ideas y sentimientos, integrando todas las funciones cerebrales superiores asociadas a la comprensión y expresión del lenguaje verbal, oral, escrito y leído, así como todas las formas de comunicación no verbal. El lenguaje y el habla implican funciones visuales, auditivas, cognitivas, respiratorias, orofaciales, deglutorias, tubáricas y vocales. Por tanto, la alteración de alguna o más de estas funciones provocarán diferentes alteraciones o trastornos de la comunicación.
La logopedia se ocupa del estudio del proceso comunicativo y de la prevención, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de sus trastornos. El logopeda es el profesional sanitario (no docente) que se dedica a la prevención, detección, educación, promoción, administración, evaluación, diagnóstico, tratamiento, rehabilitación, habilitación, pronóstico, orientación, asesoramiento, docencia e investigación de las áreas de la comunicación humana y sus alteraciones sea cual sea la causa (funcional, orgánica o adaptativa), basándose en unos sólidos conocimientos metodológicos, biológicos, científicos, pedagógicos, neurológicos, psicológicos, humanísticos y lingüísticos.
Los logopedas trabajan para mejorar la calidad de vida de las personas mediante la reducción de las alteraciones de las funciones y estructuras corporales, las limitaciones de actividad, las restricciones en la interacción social y la supresión de las barreras creadas por los factores contextuales y comunicativos que les afectan, para que consigan las estrategias y habilidades necesarias para ser individuos plenos y autónomos dentro de la sociedad. Por tanto, el campo de actuación de los logopedas es muy amplio ya que intervienen en todas las etapas de la vida en las que se presenten alteraciones de la comunicación y del lenguaje, pues abarca desde la atención temprana, en la población infantil, hasta la intervención en la edad adolescente, adulta y en la tercera edad, de manera individual, familiar o en grupo.
Los tratamientos de logopedia tienen como objetivo mejorar la capacidad del individuo para comunicarse y para poder realizar las funciones orales no verbales (deglución, masticación, succión…) mejorando así la calidad de vida. Por ello es muy importante y necesario en muchos casos el trabajo multidisciplinar con otros profesionales de la salud como neurólogos, psicólogos, otorrinolaringólogos, odontólogos, cirujanos maxilofaciales, médicos rehabilitadores, pediatras, fisioterapeutas, etc.
Los programas de tratamiento logopédico se realizan en todos los niveles de intervención, y en este sentido, la prevención constituye la pieza básica para el mantenimiento de la salud, ya que se pueden realizar programas dirigidos a personas susceptibles de padecer una patología o trastorno. La detección precoz también es un punto importante para garantizar un tratamiento precoz de muchas alteraciones y trastornos. Cuando el trastorno está instaurado se realizan programas para rehabilitar, habilitar o minimizar la lesión con la finalidad de que no se agrave el trastorno y se retorne al estado de salud, aunque cuando la recuperación de la función no es posible debido a que se trate de una alteración irreversible, el objetivo logopédico es enlentecer el progreso de la alteración el mayor tiempo posible y maximizar las habilidades que estén aún preservadas como es en el caso de las demencias o las enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson, Esclerosis…).
Por último, he querido realizar un breve análisis de las posibles patologías y alteraciones que son susceptibles de tratamiento logopédico:
En la voz: disfonía, afonía, pacientes laringuectomizados.
En la articulación: dislalia, disglosia, disartria.
En la fluidez verbal: disfemia y taquifemia.
En el lenguaje oral: mutismo, disfasia, afasia, retraso del lenguaje y trastorno específicos del lenguaje.
En el lenguaje escrito: dislexia, disortografía, discalculia y disgrafía.
En la deglución: disfagia y deglución atípica.
Anomalías orales: labio leporino, paladar hendido, maloclusión dental, macroglosia o disfunción oral motora.
En la audición: sordera, hipoacusia y presbiacusia.
Parálisis cerebral y alteraciones neurológicas.
Trastornos generalizados del desarrollo y del espectro autista.
Enfermedades neurodegenerativas.
Trastornos genéticos: Síndrome de Down, Síndrome de X frágil, Síndrome de Rett, etc.
La logopedia se ocupa del estudio del proceso comunicativo y de la prevención, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de sus trastornos. El logopeda es el profesional sanitario (no docente) que se dedica a la prevención, detección, educación, promoción, administración, evaluación, diagnóstico, tratamiento, rehabilitación, habilitación, pronóstico, orientación, asesoramiento, docencia e investigación de las áreas de la comunicación humana y sus alteraciones sea cual sea la causa (funcional, orgánica o adaptativa), basándose en unos sólidos conocimientos metodológicos, biológicos, científicos, pedagógicos, neurológicos, psicológicos, humanísticos y lingüísticos.
Los logopedas trabajan para mejorar la calidad de vida de las personas mediante la reducción de las alteraciones de las funciones y estructuras corporales, las limitaciones de actividad, las restricciones en la interacción social y la supresión de las barreras creadas por los factores contextuales y comunicativos que les afectan, para que consigan las estrategias y habilidades necesarias para ser individuos plenos y autónomos dentro de la sociedad. Por tanto, el campo de actuación de los logopedas es muy amplio ya que intervienen en todas las etapas de la vida en las que se presenten alteraciones de la comunicación y del lenguaje, pues abarca desde la atención temprana, en la población infantil, hasta la intervención en la edad adolescente, adulta y en la tercera edad, de manera individual, familiar o en grupo.
Los tratamientos de logopedia tienen como objetivo mejorar la capacidad del individuo para comunicarse y para poder realizar las funciones orales no verbales (deglución, masticación, succión…) mejorando así la calidad de vida. Por ello es muy importante y necesario en muchos casos el trabajo multidisciplinar con otros profesionales de la salud como neurólogos, psicólogos, otorrinolaringólogos, odontólogos, cirujanos maxilofaciales, médicos rehabilitadores, pediatras, fisioterapeutas, etc.
Los programas de tratamiento logopédico se realizan en todos los niveles de intervención, y en este sentido, la prevención constituye la pieza básica para el mantenimiento de la salud, ya que se pueden realizar programas dirigidos a personas susceptibles de padecer una patología o trastorno. La detección precoz también es un punto importante para garantizar un tratamiento precoz de muchas alteraciones y trastornos. Cuando el trastorno está instaurado se realizan programas para rehabilitar, habilitar o minimizar la lesión con la finalidad de que no se agrave el trastorno y se retorne al estado de salud, aunque cuando la recuperación de la función no es posible debido a que se trate de una alteración irreversible, el objetivo logopédico es enlentecer el progreso de la alteración el mayor tiempo posible y maximizar las habilidades que estén aún preservadas como es en el caso de las demencias o las enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer, Parkinson, Esclerosis…).
Por último, he querido realizar un breve análisis de las posibles patologías y alteraciones que son susceptibles de tratamiento logopédico:
En la voz: disfonía, afonía, pacientes laringuectomizados.
En la articulación: dislalia, disglosia, disartria.
En la fluidez verbal: disfemia y taquifemia.
En el lenguaje oral: mutismo, disfasia, afasia, retraso del lenguaje y trastorno específicos del lenguaje.
En el lenguaje escrito: dislexia, disortografía, discalculia y disgrafía.
En la deglución: disfagia y deglución atípica.
Anomalías orales: labio leporino, paladar hendido, maloclusión dental, macroglosia o disfunción oral motora.
En la audición: sordera, hipoacusia y presbiacusia.
Parálisis cerebral y alteraciones neurológicas.
Trastornos generalizados del desarrollo y del espectro autista.
Enfermedades neurodegenerativas.
Trastornos genéticos: Síndrome de Down, Síndrome de X frágil, Síndrome de Rett, etc.