HAMBRE EMOCIONAL
El hambre es una sensación que todos conocemos. Es una emoción práctica que nos hace sobrevivir aunque a veces nos parezca un obstáculo cuando queremos perder peso.
En torno al hambre físico intervienen varias hormonas para empujarnos a buscar alimento, engullir de forma apresurada, y absorber rápidamente reponiendo las grasas perdidas. Pero, ¿Qué es el hambre emocional?
Cuando el hambre que sentimos es repentino, caprichoso, aparece sin sentido… Un ejemplo es el hambre que aparece tras haber cenado en un restaurante y al ver llegar a la mesa de al lado unos deliciosos postres, mágicamente se abre el hueco que creias que no quedaba en tu estómago. O el hambre súbita al pasar por un horno de pan con ese delicioso aroma. También parece misión imposible resistirse a unas palomitas en el cine. Este es el hambre emocional. No responde a una necesidad fisiológica, sino que es un hambre hedónica y se perpetúa gracias a una hormona llamada dopamina. Normalmente este hambre es selectiva, caprichosa y no se sacia con otra cosa que no sea el objeto de deseo en ese momento. Es el hambre emocional, y para vencerlo sólo necesitamos relajarnos, ser conscientes de que no se trata de hambre “de verdad” y buscar una alternativa de satisfacción que no tenga nada que ver con comida.
¿Cómo combatir el hambre emocional?
Si estamos aburridos, podemos salir a pasear. Para resistirnos a la carta de postres, mejor elegir una infusión relajante como la tila o la melisa. Y si nos debatimos entre coger palomitas o no para ver una peli, mejor preparar las tuyas propias: maíz, aceite de oliva y sal (si eres más de dulce, añade un poco de canela a la ecuación: sanas y deliciosas).
El hambre emocional es inevitable cuando vivimos rodeados de comida, pero si es constante y eso te está empujando a desequilibrar tu dieta, debes preguntarte cómo estás. Periodos de mucha ansiedad y estrés o momentos complicados en la vida nos hacen más susceptibles a buscar satisfacción en la comida. En este caso es acertado un suplemento de valeriana o pasiflora y recomendamos especialmente la práctica de la alimentación consciente o “mindful-eating”. Se trata de estar presente en el momento de la comida, y trasladar algunas técnicas de la meditación al momento de la comida.
Si sientes que el hambre emocional te domina, acude a tu dietista-nutricionista para que pueda acompañarte en el cambio de rutinas.
En torno al hambre físico intervienen varias hormonas para empujarnos a buscar alimento, engullir de forma apresurada, y absorber rápidamente reponiendo las grasas perdidas. Pero, ¿Qué es el hambre emocional?
Cuando el hambre que sentimos es repentino, caprichoso, aparece sin sentido… Un ejemplo es el hambre que aparece tras haber cenado en un restaurante y al ver llegar a la mesa de al lado unos deliciosos postres, mágicamente se abre el hueco que creias que no quedaba en tu estómago. O el hambre súbita al pasar por un horno de pan con ese delicioso aroma. También parece misión imposible resistirse a unas palomitas en el cine. Este es el hambre emocional. No responde a una necesidad fisiológica, sino que es un hambre hedónica y se perpetúa gracias a una hormona llamada dopamina. Normalmente este hambre es selectiva, caprichosa y no se sacia con otra cosa que no sea el objeto de deseo en ese momento. Es el hambre emocional, y para vencerlo sólo necesitamos relajarnos, ser conscientes de que no se trata de hambre “de verdad” y buscar una alternativa de satisfacción que no tenga nada que ver con comida.
¿Cómo combatir el hambre emocional?
Si estamos aburridos, podemos salir a pasear. Para resistirnos a la carta de postres, mejor elegir una infusión relajante como la tila o la melisa. Y si nos debatimos entre coger palomitas o no para ver una peli, mejor preparar las tuyas propias: maíz, aceite de oliva y sal (si eres más de dulce, añade un poco de canela a la ecuación: sanas y deliciosas).
El hambre emocional es inevitable cuando vivimos rodeados de comida, pero si es constante y eso te está empujando a desequilibrar tu dieta, debes preguntarte cómo estás. Periodos de mucha ansiedad y estrés o momentos complicados en la vida nos hacen más susceptibles a buscar satisfacción en la comida. En este caso es acertado un suplemento de valeriana o pasiflora y recomendamos especialmente la práctica de la alimentación consciente o “mindful-eating”. Se trata de estar presente en el momento de la comida, y trasladar algunas técnicas de la meditación al momento de la comida.
Si sientes que el hambre emocional te domina, acude a tu dietista-nutricionista para que pueda acompañarte en el cambio de rutinas.